Augur

El término proviene del latín «augur», «augūris» que quiere decir «adivinador»; en la Antigua Roma era utilizada la palabra augur para designar aquella figura sacerdotal que realizaba adivinaciones o predicciones por la forma de revolotear las aves, es decir era el oficiante romano que practicaba oficialmente la adivinación o augurio y de augur es de donde viene el vocablo «augurio» que de acuerdo lo manifiesta la RAE esta alude a presagio, indicio de algo futuro o anuncio. Esta práctica de adivinaciones que realizaban los augures, que es el plural de augur, es de gran antigüedad tanto como el hombre mismo.

Augur

Estos personajes datan desde la instauración de Roma, su organismo correspondía a uno de los cuatro celebres institutos sacerdotales de la Roma Antigua; su cargo era oficial, sin embargo además existían augures particulares. Solamente se les era permitido consultar a los augures oficiales a aquellos denominados como magistrados y en recintos especiales; el puesto oficial era indefinido o perpetuo, coincidente con magistraturas u otros tipos de cargos eclesiásticos. Contaban para su oficio con dos tipos de escritos que eran de comentarios y rituales, de los cuales los primeros recopilaban resúmenes de las actuaciones y los segundos incluían formulas fijas.

Existían dos tipos de augures, los que consultaban a las deidades por medio de diferentes rituales; y aquellos que interpretaban las manifestaciones de dichas deidades mediante la observación. El hombre a lo largo de su vida a tratado de conocer lo que le depara el destino; y específicamente en el caso de los augures, la adivinación del futuro se desarrollaba a través de la observación y percepción de la naturaleza misma o de los diferentes fenómenos que participaban en ella, tales como el vuelo de las aves, la dirección del viento, la posición de los mamíferos, entre otros.

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